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13 diciembre 2022

¿Domeñar la inflación o jugar con fuego? Respuesta de TUAC a las Perspectivas Económicas de la OCDE

Las últimas Perspectivas Económicas, Afrontar la crisis, ofrece una imagen completa y estratificada de los principales riesgos macroeconómicos a los que se enfrentan las economías mundiales. El informe es objetivo al caracterizar el difícil acto de equilibrio que los gobiernos y los bancos ...

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Las últimas Perspectivas Económicas, Afrontar la crisis, ofrece una imagen completa y estratificada de los principales riesgos macroeconómicos a los que se enfrentan las economías mundiales. El informe es objetivo al caracterizar el difícil acto de equilibrio que los gobiernos y los bancos centrales deben realizar para, por un lado, contener la inflación y, por otro, evitar que unas políticas demasiado restrictivas provoquen una recesión aún más cruda e involuntaria en el proceso de contención de los precios. Sin embargo, a pesar de la sobriedad con la que aborda los riesgos que podrían entrañar unas respuestas monetarias y fiscales demasiado restrictivas y descoordinadas a escala internacional, la OCDE se apresura a reclamar un endurecimiento monetario y fiscal adicional. En cuanto a la política monetaria, la OCDE no parece tener en cuenta las raíces de la inflación actual en la oferta, dadas las consecuencias políticas de la invasión rusa de Ucrania, que llevó a la mayoría de las economías avanzadas a introducir sanciones contra el petróleo y el gas rusos, lo que hizo subir los precios del mercado energético e impulsó a los países, sobre todo europeos, a buscar proveedores de energía alternativos y, de momento, insuficientes. En un contexto así, las herramientas de los bancos centrales resultan inadecuadas para hacer frente a las presiones sobre los precios, ya que no pueden abordar los factores del lado de la oferta y lo único que consiguen al intentarlo es debilitar la demanda agregada, poniendo aún más en peligro la economía. Aunque la OCDE reconoce que la política monetaria tiene un efecto retardado sobre la inflación y que los bancos centrales deberían estar dispuestos a cambiar de rumbo en su actuación política, no refleja en la práctica sus propias consideraciones. En su lugar, señala que las subidas de los tipos de interés oficiales se mantienen hasta ahora por debajo de los niveles de inflación y que se justifican nuevas subidas para contenerla aún más. Sin embargo, la mayoría de los indicadores recientes de consumo y de producción industrial apuntan a una desaceleración de la actividad económica ya en curso, que se traducirá muy probablemente en una ralentización de las tasas de inflación, incluso en ausencia de un mayor endurecimiento monetario. En este sentido, también cabe señalar que las expectativas de inflación a medio plazo en las principales economías como la estadounidense están en consonancia con las tendencias históricas anteriores al actual repunte inflacionista, por lo que no deberían representar un motivo de preocupación. Otro punto de preocupación gira en torno a los salarios. En varias ocasiones, la OCDE ha confirmado que no existen pruebas de una espiral de precios y salarios, y que el crecimiento de los salarios nominales no ha seguido el ritmo de la inflación. Al mismo tiempo, el lenguaje cauteloso utilizado por la OCDE indica que el temor a una posible espiral salarios-precios, aunque no esté respaldado por hechos, es suficiente para abogar por la contención de los salarios como medida de política preventiva justificable para contener la inflación. Para respaldar esta postura, la OCDE afirma que el desempleo no aumentará considerablemente el año que viene, a pesar de la desaceleración del crecimiento económico, y que las presiones salariales irán en aumento a lo largo de 2023-24. La idea de que el desempleo no aumentará sustancialmente alude implícitamente al argumento de la curva de Phillips según el cual la inflación y el desempleo tienen una relación inversa, es decir, que si el desempleo se mantiene bajo la inflación seguirá subiendo. Aunque la estabilidad de dicha relación ha sido seriamente cuestionada a lo largo del tiempo, muchos modelos de proyección económica, incluidos los de la OCDE, siguen basándose en el supuesto básico de que la curva de Phillips tradicional se mantiene a largo plazo. Además, la OCDE no justifica por qué se espera que aumenten las presiones salariales en los próximos dos años.

Hay que señalar que el hecho de que las exigencias salariales más elevadas sean satisfechas por los empresarios no depende únicamente de la rigidez del mercado laboral, sino también del poder de negociación de los trabajadores.
Décadas de flexibilización del mercado laboral y de reducción de la cobertura de la negociación colectiva han debilitado considerablemente la capacidad de los trabajadores para exigir mejores salarios y condiciones de trabajo.
Esto se explica bien en las Perspectivas de Empleo 2022, donde la caída de la cobertura de la negociación colectiva figura entre los factores que explican el aumento del desequilibrio en el poder de negociación laboral a favor de los empresarios y el creciente impacto negativo del monopsonio del mercado laboral sobre los salarios y los niveles de empleo.
Nada de esto se refleja adecuadamente en las Perspectivas Económicas.
Los sindicatos de las economías de la OCDE han mostrado hasta ahora una gran moderación en las demandas de subidas salariales, soportando más de lo que les corresponde la crisis del «coste de la vida».
Por ejemplo, el crecimiento salarial en EE.UU. se ha estado evaluando en torno al 4-5%, incluso si la inflación se acerca al 8% este año, a pesar de la rigidez del mercado laboral.
Mientras tanto, en la zona euro los convenios colectivos siguen fijando el crecimiento salarial a un ritmo moderado (países nórdicos, Italia) o intentan evitar las espirales inflacionistas, repartiendo el coste de una inflación elevada entre empresas, gobiernos y trabajadores.
También combinan aumentos salariales estructurales que se ajustan a los objetivos de estabilidad de precios con primas a tanto alzado para proteger temporalmente el poder adquisitivo de los trabajadores (convenios IG- Metal e IGBCE en Alemania).
Sin embargo, se ignora por completo el papel de la negociación colectiva, reconocida en las últimas Perspectivas de Empleo como importante tanto para garantizar una distribución equitativa de la carga del coste de la vida como para obtener mejores resultados en el mercado laboral.
En cuanto a la política fiscal, las Perspectivas Económicas aclararon hace un año que el impacto fiscal de las reformas estructurales tenía que ser expansivo, mientras que la OCDE vuelve ahora a un enfoque simplista de desregulación y flexibilización, incluyendo muy probablemente, aunque no se diga expresamente, el mercado laboral.
Como se ha demostrado repetidamente, cualquier reforma de este tipo realizada en un periodo de débil crecimiento económico y elevada incertidumbre corre el riesgo de producir más daños y cicatrices que de impulsar los resultados económicos de un país, una lección que la OCDE debería recordar.
En conclusión, el TUAC opina que la OCDE debería proporcionar recomendaciones políticas más matizadas en el momento actual, acordes con la complejidad de la situación macroeconómica actual, evitando una contracción monetaria y fiscal descarnada.
Esto no sólo es ineficaz para contener la inflación impulsada por la oferta, sino que llevaría a las economías al borde de una nueva recesión.