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27 septiembre 2022

Las nuevas recomendaciones de las Perspectivas Económicas Intermedias de la OCDE subestiman el riesgo de una recesión mundial

Las Perspectivas Económicas Intermedias de la OCDE no captan los riesgos de un endurecimiento monetario y fiscal conjunto y sin precedentes La OCDE publicó sus Perspectivas económicas provisionales, Pagando el precio de la guerra. Prevé que el crecimiento mundial baje del 3% en 2022 al 2,2% en ...

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Las Perspectivas Económicas Intermedias de la OCDE no captan los riesgos de un endurecimiento monetario y fiscal conjunto y sin precedentes

La OCDE publicó sus Perspectivas económicas provisionales, Pagando el precio de la guerra. Prevé que el crecimiento mundial baje del 3% en 2022 al 2,2% en 2023, con la actividad económica de Estados Unidos (0,5%) y de la zona euro (0,3%) prácticamente estancada. En comparación con la edición de junio de Perspectivas Económicas, estas cifras confirman las previsiones del PIB para 2022, al tiempo que rebajan considerablemente las de 2023. No llegan a pronosticar una recesión en toda regla el año que viene. Además, la OCDE advierte de que la posibilidad de que se produzcan interrupciones en el suministro de gas en Europa, cierres relacionados con el COVID-19, turbulencias en el sector inmobiliario residencial en China y crisis de la deuda en economías emergentes muy endeudadas implican importantes riesgos a la baja, lo que deja espacio para predicciones más sombrías para finales de año. Las previsiones provisionales de la OCDE no identifican, sin embargo, el otro riesgo, muy tangible, procedente del endurecimiento actualmente en curso de las políticas tanto monetarias como fiscales en la economía mundial. Mientras que, según el Banco Mundial, la proporción de economías que contraen su política fiscal es hoy mayor que durante la campaña de austeridad mundial que siguió a la crisis financiera, al mismo tiempo también se está produciendo un endurecimiento monetario generalizado, ya que la gran mayoría de los bancos centrales de todo el mundo están subiendo los tipos de interés. El peligro es que este endurecimiento generalizado de la política macroeconómica está yendo demasiado lejos y está empujando a las economías a una recesión global y profunda que nos costará muy cara en términos de pérdida de empleos, aumento de las desigualdades y fracaso a la hora de realizar las inversiones en cambio climático que se necesitan urgentemente. Mientras tanto, exprimir la demanda mundial no resolverá en absoluto el problema estructural y la causa fundamental de la inflación galopante que son las economías excesivamente dependientes de la energía fósil. Peor aún, al añadir la pérdida de empleos y de ingresos a la crisis del «coste de la vida» que ya erosiona el poder adquisitivo de los salarios, una recesión socavará gravemente el nivel de vida de los hogares situados en la parte inferior de la distribución de ingresos. De hecho, mientras que los hogares con ingresos más bajos gastan una mayor proporción en energía y alimentos, los trabajadores con salarios bajos, los trabajadores con contratos inestables y otros trabajadores vulnerables en el mercado laboral también serán probablemente los primeros afectados por la reestructuración laboral. El TUAC lamenta que la OCDE no sólo se abstenga de mencionar este riesgo, sino que incluso redoble la política mundial de compresión de la demanda agregada, apoyando a los bancos centrales en su empeño por combatir la inflación impulsada por la oferta y elevar los tipos de interés hasta el 4 ó 4,5%. Hay pocas pruebas del temor de la OCDE a que la inflación se consolide debido a las llamadas espirales de precios y salarios, ya que el crecimiento de los salarios nominales no sigue el ritmo de la inflación y, por lo tanto, está amortiguando, no amplificando, la sacudida inflacionista inicial. Además, el TUAC esperaba que las previsiones provisionales incorporasen las lecciones clave aportadas por las Perspectivas de Empleo de la OCDE publicadas hace dos semanas: los mercados laborales no son perfectamente competitivos y los empresarios tienen el poder de fijar los salarios por debajo del valor añadido por los trabajadores a su empresa. A su vez, la desigualdad del poder de negociación implica que los trabajadores, especialmente los más vulnerables, no pueden negociar aumentos salariales que estén a la altura de las subidas de precios, lo que arroja serias dudas sobre la posibilidad de nuevas espirales inflacionistas de precios y salarios.

Basándose en estas pruebas, el informe Perspectivas de empleo no sólo aboga por «negociaciones globales entre gobiernos, trabajadores y empresas para repartir equitativamente los costes», sino también por dar «un nuevo impulso a la negociación colectiva» para reequilibrar el poder de negociación y proteger los niveles de vida.