La creciente incertidumbre económica y las tensiones geopolíticas están exacerbando los retos de larga data en la industria siderúrgica. IndustriALL Global Union, IndustriAll Europe y TUAC hacen un llamamiento a los gobiernos en el 97º Comité del Acero de la OCDE para que garanticen que los trabajadores no se lleven la peor parte de estas presiones a través de la disminución de los salarios reales, el empeoramiento de las condiciones laborales y la pérdida de puestos de trabajo.
Como en el pasado, los datos de la OCDE confirman que la capacidad siderúrgica mundial sigue creciendo a pesar de la debilidad de la demanda y de unas perspectivas económicas flojas. A finales de 2024, la capacidad siderúrgica mundial había alcanzado los 2.472 millones de toneladas métricas y se espera que siga aumentando en los próximos años. Casi la mitad de esta capacidad se encuentra en China, donde el descenso de la demanda interna desde 2020 ha impulsado la producción hacia los mercados de exportación, aumentando la presión sobre otras economías.
Mientras tanto, los nuevos aranceles comerciales, incluso entre las principales economías de la OCDE, añaden una mayor incertidumbre que podría repercutir negativamente en la demanda y la inversión, poniendo en peligro los puestos de trabajo de los siderúrgicos en todo el mundo.
Los sindicatos siguen insistiendo en que el exceso de capacidad siderúrgica y las crecientes tensiones comerciales son sólo una cara del problema: la otra es la débil demanda interna. Los representantes sindicales en el Comité del Acero de la OCDE reclaman políticas industriales ambiciosas y globales para impulsar la demanda y establecer normas más estrictas incorporando las condiciones laborales y medioambientales. También instan a las grandes empresas a reinvertir sus beneficios en tecnologías nuevas y ecológicas para impulsar un crecimiento económico sostenible y crear efectos indirectos positivos en otros sectores.
Actualmente, las respuestas de las principales economías de la OCDE son incoherentes. En Estados Unidos, el aumento de los aranceles va acompañado de esfuerzos por hacer retroceder los proyectos industriales y de energía limpia aprobados en el marco de la Ley de Reducción de la Inflación. En la Unión Europea, el aumento de la flexibilidad fiscal para el gasto en defensa puede no ser la mejor solución para levantar la producción europea, ya que la gran mayoría de los bienes de defensa se importan de fuera de la UE, y la desvinculación de los proveedores estadounidenses junto con la ampliación de la capacidad de producción militar europea podría llevar muchos años. Mientras tanto, otras prioridades urgentes -como los fondos de cohesión social y la inversión en infraestructuras, sanidad y educación- quedan relegadas a un segundo plano.
Crédito de la foto: Marcel Crozet / OIT
Como demuestra el caso del acero, una inversión pública inadecuada y un bajo consumo privado hacen que las industrias nacionales estén más expuestas en momentos de mayores tensiones comerciales. En lugar de perseguir la consolidación fiscal, limitar la inversión pública y devaluar los salarios mediante reformas del mercado laboral que reduzcan la protección laboral y el poder de negociación de los trabajadores, los gobiernos deberían aplicar políticas fiscales expansivas y estrategias industriales selectivas que refuercen la capacidad de recuperación nacional al tiempo que protegen los empleos de calidad y los derechos de los trabajadores.
Los gobiernos deben adoptar estrategias industriales proactivas que alineen los objetivos económicos, medioambientales y sociales. El acero es la columna vertebral de nuestras economías: proteger el sector significa proteger a los trabajadores, las comunidades y el futuro de la industria manufacturera.
La industria siderúrgica europea se encuentra en una encrucijada. Sin una acción urgente para impulsar la demanda y asegurar la inversión, corremos el riesgo de perder una capacidad industrial crítica y puestos de trabajo de alta calidad. No se puede dejar que los trabajadores soporten el peso de las tensiones comerciales y la incertidumbre económica. Necesitamos una política industrial coordinada de la UE que salvaguarde los empleos de calidad y haga realidad la promesa de una transición justa.